Los Valores 


  

  
   El Amor a Dios, a Jesús y a la Virgen María: El gran compromiso de cada cristiano es aprender de Jesús, el Maestro del Amor y el rostro de Dios. Con esta experiencia del Amor la Fundación ejercita su corazón en el servicio al prójimo; y la disposición, entrega y docilidad a la inspiraciones de Dios. Es este amor, alimento diario, el motor que nos impulsa a amar y servir a los hermanos más necesitados.

   La Misericordia: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” Ef 2, 4-6. 

   La aplicación a nuestra vida cristiana es sumarnos a las obras que Dios nos quiere presentar, por eso la Fundación es un proyecto de puerta abiertas para quienes estén necesitado (niños, joven, adulto, anciano, enfermo), Dios provee y facilita con su amor todo aquello, Él alivia nuestras angustias y pacifica la necesidad del desvalido.

    La Caridad: Es una virtud sobrenatural infusa por la que la persona puede amar a Dios sobre todas las cosas, por Él mismo, y amar al prójimo por amor a Dios.  Cuando eres capaz de despegarte de lo que más te gusta y darlo sin ninguna condición, Dios  sabe que existe un gesto, por tanto, la Fundación trata lo posible de comprender, atender y escuchar a aquellos que vienen a nosotros para así poder ayudar a algunas de sus necesidades.  

   El servicio a los pobres: Cristo, en efecto, quiso nacer pobre, llamó junto a sí a unos discípulos pobres, se hizo él mismo servidor de los pobres, y de tal modo se identificó con ellos, que dijo que consideraría como hecho a él mismo todo el bien o el mal que se hiciera a los pobres. 

    Porque Dios ama a los pobres y, por lo mismo, ama también a los que aman a los pobres ya que, cuando alguien tiene un afecto especial a una persona, extiende este afecto a los que dan a aquella persona muestras de amistad o de servicio. 

   El servicio a los pobres ha de ser preferido a todo, y hay que prestarlo sin demora. Por esto, si en el momento de la oración hay que llevar a algún pobre un medicamento o un auxilio cualquiera, ve a él con el ánimo bien tranquilo y haced lo que convenga, ofreciéndolo a Dios como una prolongación de la oración. 


  Y no tengas ningún escrúpulo ni remordimiento de conciencia si, por prestar algún servicio a los pobres, has dejado la oración; salir de la presencia de Dios por alguna de las causas enumeradas no es ningún desprecio a Dios, ya que es por él por quien lo hacemos.


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